lunes, 4 de abril de 2011

Tamara se fue: "Sin novedad en el frente" (04 de abril de 2011 - Foro GH 2011)


Publicado por conal_cochran
04 de abril de 2011

Tamara se fue: "Sin novedad en el frente"


“All Quiet on the Western Front” es una novela de Erich Maria Remarque publicada cuando estaba a punto de finalizar la década de 1920. El título con que la hemos conocido en castellano es “Sin Novedad en el Frente”.
Transcurre en la Primera Guerra Mundial, cuando un grupo de jóvenes alemanes son reclutados y participan en la cruenta guerra de trincheras que enfrentó a su país con Francia. El protagonista principal es Paul Bäumer, aficionado al dibujo, que logra sobrevivir a casi todos los que habían sido sus compañeros de educación secundaria, muertos en combate. La novela fue llevada al cine en 1930 y 1979. Recuerdo haber visto la remake y me impactó su final: Paul, cuando ya se esperaba la inminente rendición alemana, estando en la trinchera, descubre a un pájaro cantando. En una rama. Entusiasmado, decide tomar un boceto del ave, se levanta de la trinchera y recibe un disparo mortal. Una vida humana se había perdido, pero para el burocrático y distante Alto Mando Alemán, ése no había sido más que un día tranquilo en el calendario bélico. Y así lo expresaba el comunicado oficial: “Sin novedad en el frente”. Nada importante parecía haber pasado:

Tamara Casasola es la participante más joven que entró a la edición de Gran Hermano 2011. Oriunda de Jujuy, se la advertía timorata e ingenua al lado de las otras mujeres que habían ingresado a la casa: Rocío, Ariana, Natalí, Jesica, Loreley, Luz, Giselle, Pamela y Solange. Las diferencias de códigos comunicacionales y vivenciales generó malos entendidos y Tamara se mostraba incomprendida, y hasta agredida, por el grupo de “las divinas”, pero cercana a Loreley y Jesica. Rocío y Ariana, frente a ella, quedaron cual si fueran las hermanastras de la Cenicienta, mientras Tamara sufría más golpes de la vida que Andrea Celeste y Candy juntas:
Enfrentarse a Tamara era tabú. Prohibido. Casi un sacrilegio. Nominarla era casi rozar la blasfemia. Hecho que se hizo notar la primera vez que le tocó ir a placa, cuando sus amigas Jesica y Loreley lloraron desconsoladas ante las cámaras. Giselle, en su etapa “sensible” de los comienzos, se sintió destrozada por haberla nominado. A “Juampa” se lo consideró un réprobo porque osó votarla. Dedos acusadores apuntaban a los sacrílegos. Los dioses clamaban venganza porque la inocente princesita había sido tocada. Lluvia de fuego y rayos de justicia debían caer sobre los impíos.  
El día de su posible expulsión, Jorge Rial empleó casi una hora para referirse a “la historia de Tamara y su familia”. Y ella, siempre con lágrimas amargas en su rostro cual imagen dolorosa del Barroco para una procesión en Santiago de Compostela, expresó que el motivo por el cual había ingresado al programa era por una cuestión de salud muy seria que afectaba a su madre. Contó que había vivido momentos muy duros en Buenos Aires, donde llegaron a faltarle veinticinco centavos para el viaje. Era una desterrada en su propio país, expuesta a la falta de caridad y comprensión del centralismo porteño. Se nos tenía que caer a todos la cara de vergüenza. Todos éramos culpables de haberla segregado. Todos debíamos llorar con ella. Conmovernos y “ayudarla porque lo necesitaba”. Tenía prioridad “su sueño” por sobre cualquier otro.
Se la vio muy apegada a Cristian U, que también pidió por ella cuando cayó en placa, al igual que él. Tamara sacó el porcentaje más bajo de votos y el que resultó eliminado, en esa oportunidad, fue Emiliano. Tamara, a partir de ese momento, quedó en el imaginario como una de las candidatas seguras para llegar a la final y como posible ganadora del premio. Era una de las “historias fuertes” de la casa, junto con la de Alejandro.
Sin embargo, tal como afirmé en este artículo:
… la princesita se terminó transformando en rana.
Cuando Cristian y Giselle salieron de la casa, tomaron conocimiento de una serie de informaciones que relativizaban la gravedad del estado de salud de la madre de Tamara. No era mentira que tuviese lupus, pero la enfermedad no revestía el carácter mortal que la participante jujeña expresó en el confesionario online. Tal vez no estuviera lo suficientemente informada como para aseverar algo así.  Simultáneamente, circuló un informe de la obra social aludida por la familia de la participante que generaba más dudas que certezas.
El regreso de Cristian, Rocío, Emiliano y Giselle a la casa generó un enorme revuelo y dos de los más afectados fueron los candidatos de las “historias fuertes”: Alejandro y Tamara. El escepticismo sobre Tamara trascendió: Se dudó de que su motivación principal para ganar el premio (“lo necesito”, dijo en una “gala”) fuera realmente la salud de su madre, en especial por un informe de “Zapping” donde quedaron evidenciadas varias contradicciones. Se supo que Tamara se había presentado a otros castings y decía que su principal interés era hacerse conocida y bailar. Y también se supo que se había sometido a una costosa operación para hacer su busto más prometedor ante los ojos masculinos, mientras decía no tener dinero para viajar en colectivo. Dejó de ser Andrea Celeste-Candy para transformarse en La Tabernera del Puerto… ¡esa pobre niña no podía estar mintiendo!:
Por errores propios en trasmitir “su historia” con exageraciones, medias verdades o contradicciones, la credibilidad de Tamara se vio muy afectada. Dejó de ser tabú referirse a ella, se le hicieron reproches en las “galas” y protagonizó una semana donde el desborde acuífero de sus lágrimas y la polución sonora de sus gritos fueron la nota distintiva abordada en varios debates. Ahora quedaba en medio de una trinchera con otros que luchaban, semana a semana, por sobrevivir y llegar a la final. Su amiga Jesica la abandonó el mismo día que regresó Cristian U. Loreley fue expulsada dos semanas después. Su aquelarre de referencia se desmembró. Ella, coherente, lloró desconsoladamente hasta generar temor de que el anegamiento pudiese ahogar al resto de sus compañeros. Pocos se conmovieron. De la conmiseración del pasado se pasó a la impiedad del presente.  No se estaba en “Gran Hermano por un Sueño”. Sólo en GRAN HERMANO. Su “historia” ya no era suficiente para conmover como antes. Y hasta  se la consideraba mendaz. Tamara ya no era ni Andrea Celeste-Candy, ni la Tabernera del Puerto. Su vida era “una mentira”:
Hasta le dijeron en las galas que, si se sentía mal, tomase su valija y se fuera.
Con su FULMINANTE COMBINADA, Cristian U fue indicando a sus seguidores quiénes eran los blancos a sacar. Con menos participantes en la casa, las alianzas fueron cambiando y ella quedó asociada a Solange, Emiliano y Alejandro, los cuatro que terminaron expuestos a la expulsión en la desopilante Placa de Pirita (mineral denominado “oro de tontos”, porque parece el metal precioso sin serlo). Esa vez, contrario a lo que Cristian había solicitado, quedó afuera Alejandro, no Emiliano. Eso fue mostrado como indicador de la “pérdida de poder” del paseador de perros, pero NO como algo significativo: Uno de los “candidatos oficiosos” para ganar el premio, Alejandro, el dueño de la otra “historia fuerte”, fue el expulsado. El encono de los seguidores de Cristian y del público que votó en la “gala” pudo más que cualquier otra consideración. Alejandro ya había hartado con su mal carácter y sus gruñidos y era prescindible.
Aunque habían perdido un aliado, el grupo de Emiliano, Solange y Tamara pensaron que el cordobés había quedado “fortalecido”. Y a la semana supusieron que la “mala racha” se estaba desvaneciendo porque, en una discutidísima “gala” con videos y gritos convenientemente editados, “se dieron vuelta las tendencias” y terminó Pamela afuera de la casa en vez de Solange, como indicaban todas las encuestas que pasaría. Pensaron que las cosas les empezaban a ir bien.
Con buenas cartas a la semana siguiente, los novísimos “estrategas”  ensalzados en los debates se sintieron más confiados. Sin embargo, en la placa quedaron tres candidatos: Martín Pepa (fulminado), Emiliano y Tamara. Solange no quiso salvar a nadie (Nota: En esto DEBO darles la razón a los fans de la participante tucumana. De tanto manipular el “guión” para hacer el programa “menos predecible” y “más competitivo”, la salvación dejó de ser un derecho, como lo había dicho el “moderador” Peluffo, para transformarse en una obligación), pero debió hacerlo por indicación de Gran Hermano. En un error de cálculo, Solange (la “estratega” sobredimensionada), sin advertir lo que había pasado con Alejandro, salvó a Emiliano imaginando que Tamara era más “fuerte” que el cordobés. Si Alejandro, con una historia verídica (más allá de lo que uno pueda decir de él como jugador) había sido echado sin miramientos; con Tamara, envuelta en dudas (justas e injustas; pero producidas por culpa de sus contradicciones en el relato) , las posibilidades de salir eran exponencialmente mayores, más allá de la impopularidad de Martín Pepa. Y justo en una semana en la que cundía la indignación por los manejos discursivos (¿solamente?) de la “gala” anterior, que hizo poner en alerta al público para que no volviese a suceder lo mismo.
El resultado final fue el regreso de la FULMINANTE COMBINADA: Cristian U pidió por twitter la expulsión de la participante jujeña y los talibanes lograron sacarla. Fue el último llanto en la casa de Tamara Casasola: Ya no podría quedarse en la casa, sola, como ganadora del premio.
Tamara ya no era imprescindible para el juego. Le pasó lo mismo que a Alejandro. Los tapes sobre sus lágrimas ya habían cansado. Generaban irritación o risa. A la producción no le era rentable seguir manteniéndola en el juego, máxime después de la discutidísima gala de la semana anterior. “Favorecerla” hubiese sido demasiado costoso, algo inútil frente a tan mala jugadora. Salió de la casa diciendo que ya “había ganado” (una forma más que curiosa de ver los hechos), llegó al estudio diciendo un “vamos los jóvenes” que nos hizo recordar el antes fallido “vamo, vamo, lo pibe”), se reencontró con su familia y todos anhelábamos tener suero antiofídico a mano cuando vimos que se reencontró con Jesica y Loreley. Se había reconstituido el aquelarre y las tres se abrazaron alborozadas para celebrarlo.  
La sufriente jujeña fue arrojada a la trinchera. Fue eliminada y ya es historia. Y si no fuera por sus lágrimas, gritos y contradicciones, nadie lo notaría.
Se fue y es como si nada hubiese pasado. Como si la casa siguiera igual. Sin pérdida alguna. Con un daño apenas colateral.
Tamara siguió llorando, sólo que afuera. Nada nuevo estaba pasando.
Sin novedad en el frente.

Conal Cochran

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